Meine geliebte Stadt Ahrensburg
Hoy al igual que aquel 11 de junio del 2004 vos me has agasajado dejándome un recuerdo inolvidable en mi alma y me has recibido, con una maravillosa fiesta de verano.
Hoy me has despertado al igual que todos los días, con tu rostro en mi ventana, algunas veces con mojadas notas musicales golpeando sobre el vidrio, en ocasiones con el crujir de tus hojas secas o simplemente con el silencioso blanco resplandeciente del frio seco, como anuncio de que están cercanas las blancas navidades.
Hoy he sentido la necesidad del abrazo refrescante de tus tilos a la orilla del Bredenbeker Teich,
esa brisa y energía que atraviesan mi cuerpo, me recuerdan por unos segundos a mis amados vientos patagónicos, los cuales me envuelven como queriéndome marcar el regreso.
Meine geliebte Stadt, jamás podría sentir que me has dejado sola, cuando vos siempre me acompañas y proteges debajo de las alas de tu ángel de las culturas e incluyéndome en tus fiestas sin fronteras.
Meine geliebte Stadt, el tic-tac del reloj de tu corazón me recuerda que aún sobrevivimos, dentro de esta barbarie modernizada.
Meine geliebte Stadt, cambia tus colores, pero por favor no borres el paso del tiempo, el contrasté de tus muros son parte de nuestra historia.
Meine geliebte Stadt, hoy puedo ver maravillosamente crecer un brote de mis raíces sudamericanas,
emergiendo firme y sólida, mezclándose como protegiéndose entre tus brotes de robles nórdicos.
Meine geliebte Stadt, vos ya sos parte de mí.
Marisa Edith Moyano de Kubelt
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