Recordando la película
de Wim Wenders, me encaminé el viernes pasado decidida desde la Brandenburger
Tor por la calle 17 de junio hacia la Siegesäule. Desafiando
entonces, mí acrofobia y el vértigo que me producen las escaleras empinadas,
subí de todas formas los 285 escalones hasta la cúspide. Allí, a sesenta metros
de altura un japonés amablemente me tomó una foto y pude apreciar victoriosa el
cielo sobre Berlín.
Escribo desde el norte de Alemania. Muchas veces es maravilloso vivir aquí. Hamburgo la puerta al mundo a orillas del río Elbe, con gente de todo el mundo que camina por sus calles. Pero otras veces, esta ciudad le cierra la puerta al migrante, le muestra su cara más dura al ilegal o al asilante. Al mismo, tiempo no me olvido de mi otra orilla en el Río de la Plata. Ando aquí pensando allá. Así es la vida del migrante con un pie en cada orilla. Espero les gusten mis relatos.
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen