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Festejo por los 90 años de la Abuela Licha.
En la foto Erk y yo la abrazamos. La Plata, año 2005 |
Hamburgo, 23 de agosto del
2014.
Querida compañera,
vos no me conocés todavía,
pero yo hace tanto que escucho tu nombre.
Recuerdo a Licha y a Estela en
los años noventa esperando en el pasillo a qué la Sra. Jueza las recibiera. Yo
me cruzaba desde la Defensoría las saludaba, les preguntaba si querían tomar un
vaso de agua. Agua para mitigar la espera; agua cristalina los ojos de tu abuela.
Ella era toda una dama, tan
amorosa, tan atenta. Andaba siempre arregladita: su pelito corto, sus lentes,
sus collares. Vestida con una blusa, una falda, un saquito y sus zapatos de
abuela. Licha la del acento dulce, la de la sonrisa picaresca ¿Cómo no adorarla, cómo no quererla?
La Sra. Jueza no tenía tiempo para atenderlas, pero ellas
no desistían, siempre volvían insistiendo por LA NENA.
Pasaron los años, otros
pasillos otras puertas y esta vez yo esperaba junto a ellas. Estela, tu tía
pequeña valiente, luchadora coherente, siempre consecuente. Una hormiguita toda
chuequita con la historia de su familia y del país a cuestas ¿Cómo no admirarla, cómo no quererla?
Mientras esperábamos, mientras
conversábamos, mientras te buscábamos tu
nombre siempre presente.
No había más sitio en las
paredes de la casa de Licha y de Estela para tantos libros, fotos, documentos,
carpetas y papeles! Una torre de papeles en distintos idiomas levantaron estas
mujeres para encontrarte. En todos ellos te leía. Ellas movieron por vos cielo
y tierra.
Con todos esos papeles muchas
hormiguitas en estos años construimos un puente tan ancho como el océano. No
tengas miedo de acercarte. Estela tiene una historia maravillosa para contarte.
Ella guarda, atesora regalos,
obsequios para darte. Entre todos ellos tu nombre y la LIBERTAD lo más preciado
que tus padres te pudieron desear.
Cruzate nomás ANA LIBERTAD a
la otra orilla, que es hermoso llegar donde te esperan.
María
Ester