En los noventa ella seguía a una estrella
y yo andaba tras los rastros de Jacinto.
Estela alcanzó a su anhelada Ana Libertad
y yo encontré —en parte—lo que buscaba.
Hoy mis hijos juegan con su nieta,
algo naturalmente extraordinario.
La seguimos con esta conversa,
la sonrisa intacta y el puño en alto.
Gallega
11.01.2015
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